Nació
en México, D.F., el 31 de diciembre
de 1837; falleció en Orizaba, Ver.,
el 15 de septiembre de 1922. Ingresó
en la Academia el 16 de mayo de 1907 como
numerario; silla que ocupó: XIV (3º). |
Silvestre
Moreno Cora dedica los casi ochenta y cinco años
de su vida al magisterio -cátedra y prensa-
y la judicatura, en un lapso que determina, en
decisiva parte, nuestro ser nacional. En efecto,
su niñez discurre en el santanismo; su
juventud es testigo de la Reforma y de la resistencia
desesperada y, al fin, victoriosa, contra el Imperio;
su madurez se regodea, de lejos, en los marasmos
del porfirismo; en su ancianidad presencia, perplejo,
la Revolución. Por desdicha se perdieron
los manuscritos de sus Memorias.
No fue un combatiente en tiempo
de combates. Su fértil tarea de servicio
a la comunidad utilizó los instrumentos
a su alcance: los propios del intelectual de su
época. Estudió leyes en Veracruz,
ejerció su profesión en Orizaba,
sirvió en la magistratura y cultivó
las letras. Se hace escritor conciso, preciso,
en la redacción de códigos, y llega
a la Academia Mexicana de la Lengua, ante la cual
testimonia, con apoyo en relevantes autores de
México y España, "el estrecho
vínculo que liga el estudio de las letras
al de las ciencias jurídicas". En
su juventud había fundado con Rafael Delgado
la "Sociedad Sánchez Oropeza"
de Orizaba, que reunió a los mozos literatos
de Veracruz -desde su boletín se dio a
conocer el autor de Angelina-, luego congregados,
allí mismo, en la "Academia Literaria",
bajo los estímulos del médico yucateco
Peón Contreras y de Joaquín Arróniz,
autor de una Historia de Orizaba.
Las dotes jurídicas y
los conocimientos idiomáticos de Moreno
Cora encuentran valiosa aplicación a la
caída del Imperio y la restauración
plena de la República. Redacta en Veracruz
los Códigos Civil, Penal y de Procedimientos
en ambas ramas, ímproba tarea que señala
pauta al resto del país. Desde la cátedra,
y en la elaboración de leyes y reglamentos
para la educación pública, ejerció
una de la más eficientes maestrías
de nuestro siglo XIX. Como director del Colegio
Preparatorio de Orizaba, se ocupó de llevar
a sus aulas los avances pedagógicos y científicos
de su tiempo.
Dio a la ciencia jurídica
mexicana notable impulso, con cuatro obras reputadas,
con razón, como monumentales: Tratado sobre
el Juicio de Amparo (1902): Pruebas (1904) en
materia civil y pena; Tratado del Derecho Mercantil
Mexicano (1905), y Lecciones de Derecho Civil
(1905). Otra obra suya -Historia de la propiedad
territorial en México-, presumiblemente
de magnitud semejante a las citadas, se quedó,
igual que sus Memorias, inédita.
Su sensibilidad, afinada en el ejercicio del magisterio,
reconocida en la judicatura, espoleada en el trato
provinciano de los tipos humanos que han ido recogiendo
románticamente los novelistas de su predilección,
se expresa en elocuente episodio: su observación
de las condiciones laborales prevalecientes en
la fábrica textil de Río Blanco,
lo indujo a sugerirle al gobernador de Veracruz,
don Teodoro Dehesa, el estudio y promulgación
de una Ley de Trabajo. No fue escuchado.
Los sucesos trágicos de la mañana
del 7 de enero de 1907 explicarían, tardíamente,
su solicitud.
Al morir, en 1922, el único título
que detenta Silvestre Moreno Cora, es el de profesor
de su antigua Escuela Preparatoria de Orizaba.
Fallece en el oficio cotidiano de una existencia
singularmente larga.
Miguel Alemán Valdés
Semblanzas de Académicos. Ediciones del
Centenario de la Academia Mexicana. México,
1975, pp. 178-180
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