Nació en Villa de Reyes, S.L.P., el
12 de diciembre de 1859; falleció en
San Luis Potosí, S.L.P., el 1 de marzo
de 1913. Categoría: Correspondiente
mexicano. |
Ambrosio
Ramírez
"En esta casa nació el 12 de diciembre
de 1859, Ambrosio Ramírez Terrazas quien
dio lustre a su tierra natal, a su provincia y
a su patria como ministro del Foro de la Judicatura,
maestros de Humanidades e insigne traductor de
Horacio."
Noble y exacta síntesis
con que sus paisanos de Villa de Reyes, San Luis
Potosí, recuerdan en esta lápida
los méritos de quien supo ser, con sobria
dignidad, hombre de leyes y de letras, maestro
universitario y defensor del campesino, funcionario
público y entrañable hombre de hogar,
humanista en la vida y en la obra literaria.
De los telares que su padre
tenía en Villa de Reyes, donde aprendió
el arte de los rebozos de seda, ingresó
al Seminario Conciliar de San Luis Potosí,
donde estudió humanidades y coincidió
en sus aulas con Primo Feliciano Velázquez,
futuros juristas, literatos y académicos
ambos.
En 1894 se graduó de
licenciado en Derecho en el Instituto Científico
y Literario del Estado. Después de un breve
tiempo en que fungió como secretario particular
del gobernador del Estado de Morelos, regresó
a su estado natal como Juez de Primera Instancia
primero en Ciudad del Maíz, luego en Matehuala
donde promovió la construcción de
su parroquia monumental y fundó el Colegio
del Sagrado Corazón para varones, y finalmente
en Venado donde trabajó por la construcción
de la torre del reloj público. Desde su
soledad pueblerina, enviaba poemas, ensayos y
traducciones del latín a diversos periódicos
y revistas, según mantenía asidua
correspondencia con escritos de su tiempo.
Radicado definitivamente en
la ciudad de San Luis Potosí desde 1908,
fue Agente del Ministerio Público, Defensor
de Oficio, secretario del Tribunal de Justicia,
diputado suplente por Santa María del Río,
notario público, maestro de humanidades
tanto en el Seminario como en el Instituto.
Ese mismo año de 1908,
fundó en su propia casa el "Ateneo
Manuel José Othón", donde se
reunía un grupo entusiasta de jóvenes
que cultivaban las letras, entre otros Mariano
Alcocer, José Antonio Niño y Jesús
Silva Herzog quien, para ingresar al Ateneo, presentó
un trabajo titulado "El dolor".
Casó con doña
Ana Arriaga, nieta de don Ponciano, con quien
vivió la más amable vida de familia
en unión de sus seis hijos.
Después de cinco años
de penosas enfermedades que lo dejaron casi imposibilitado
de caminar, murió en San Luis Potosí
el 1º de marzo de 1913, a los 57 años.
Debió traducir toda la
obra de Horacio, aunque faltan quince versiones
en la recopilación que realizamos (Ambrosio
Ramírez, traductor de Horacio, San Luis
Potosí, 1954). Aún así, solo
Joaquín Arcadio Pagaza le aventaja en número
de versiones y es el único mexicano que
ha traducido, íntegra, la "Carta a
los Pisones". Su versión, con la inevitable
paráfrasis, obviamente pierde en fidelidad,
pero ofrece en cambio claridad y comprensión.
Ocupa un lugar distinguido entre los numerosos
traductores mexicanos de Horacio, a quien consagró,
además, varios ensayos sobre su vida y
su época, y el análisis de algunos
poemas. Adelantándose más de treinta
años a Gabriel Méndez Plancarte,
proyectó y realizó en parte un estudio
titulado precisamente Horacio en México.
De Virgilio, sólo se
conservan dos versiones manuscritas y fragmentarias.
Cultivó la poesía
de corte clásico y contra lo que él
llamó "opiniones modernistas";
son unos treinta poemas de tema religioso, patriótico,
elegiaco o circunstancial, de entre los que se
salvan uno o dos de innegable mérito.
Publicó once discursos,
entre los que destaca el "Elogio fúnebre
al Sr. Don Rafael Ángel de la Peña".
De mayor importancia son sus
ensayos de crítica literaria, tanto los
referentes a la lengua latina, como los que comentan
libros y escritos contemporáneos, tales
como Othón, Pagaza, Montes de Oca, Roa
Bárcena o Casimiro del Collado.
Su mejor elogio, el soneto que
su paisano Manuel José Othón dedicó
"A un traductor de Horacio":
Ya de Gliceris la mirada ardiente,
de las blondas pestañas bajo el manto,
hizo latir tu corazón, y en tanto
probaste el agua en la Castalia fuente.
Viste bañarse
en la húmeda corriente
faunos y ninfas con divino encanto
y en el triclinio resonó tu canto,
coronada de pámpanos tu frente.
Al acre jugo
de las vides nuevas
en ánfora pagana mezcla ahora
sangre de Pan y leche de Afrodita.
Verás
qué versos en el canto elevas,
pues ya en tu flauta rústica y sonora
la divina Alma Genitrix palpita.
Joaquín Antonio Peñaloza
Semblanzas de Académicos. Ediciones del
Centenario de la Academia Mexicana. México,
1975, 313 pp.
----------------------------------------------------------------------------
|