Nació
en Frontera, Tab., el 23 de diciembre de 1858;
falleció en Nueva York, el 25 de febrero
de 1916.
Ingresó en la Academia en 1904 como
numerario; silla que ocupó: XVIII (1º).
Cargos: Tesorero (2º ): 1908-1912; Director
(7º): 1912-1916. |
Fue economista,
abogado, poeta, y uno de los intelectuales más
destacados durante el gobierno del general Díaz. Nació
en Frontera, Tabasco, el 22 de diciembre de 1858
y murió en Nueva York el 25 de febrero
de 1916. Formó parte de varias comisiones
técnicas para redactar leyes tan importantes
como la de Instituciones de Crédito y la
que reformó, en 1905, el sistema monetario
mexicano. Tuvo a su cargo el asunto de límites
entre México y los Estados Unidos, conocido
con el nombre de "El Chamizal", negocio
de gran importancia y en el cual alcanzó
señalado triunfo.
Fue miembro de varias sociedades
científicas nacionales y extranjeras; director
de la Escuela Superior de Comercio y Administración
y de la de Jurisprudencia; profesor de economía
política en la misma Escuela de Jurisprudencia
y en la Nacional de Ingenieros; embajador de México
en los Estados Unidos. Fue Casasús, durante
dos décadas, una personalidad prominente
y de indudable influencia en la vida económica
y cultural del país.
Entre sus obras cabe citar las
siguientes:
La cuestión de los bancos
a la luz de la economía política
y del derecho constitucional, Historia de la deuda
contraída en Londres, Las instituciones
de crédito en México, Los problemas
monetarios y la Conferencia Monetaria Internacional
de Bruselas, publicada en París en lengua
francesa, La depreciación de la plata y
sus remedios, La reforma monetaria en México,
Las reformas a la Ley de Instituciones de Crédito
y El Chamizal. Hay que mencionar sus traducciones
del latín y del inglés a nuestra
lengua y la obra poética personal: Musa
antigua, Versos, Cien sonetos, En honor de los
muertos y Cartas Literarias.
La obra económica de Joaquín D.
Casasús, trata en la mayoría de
los casos de cuestiones de moneda y crédito.
Seguramente que si se redactara una historia de
las doctrinas sobre el crédito y la moneda
en América Latina, este autor ocuparía
lugar señalado. Pocos escribieron en su
tiempo tan bien como él sobre problemas
monetarios y bancarios. Para nuestro economista
el desarrollo de los diversos factores que constituyen
la riqueza se comprueba con el aumento de la producción,
la cual, a su vez, se mide por la exportación
de mercancías excedentes después
de satisfacer todas las necesidades interiores.
Casasús conocía bien la teoría
económica, se hallaba perfectamente informado,
pero le ocurría lo mismo que a muchos buenos
economistas de amplia cultura europea que han
nacido en países de evolución económica
retardada; no había examinado a fondo las
condiciones peculiares de su propio país.
Lo que Casasús dice respecto a que se exportan
los excedentes de la producción, después
de satisfacer las necesidades del consumo doméstico,
es verdad tratándose de naciones capitalistas,
de un capitalismo maduro y bien organizado; mas
no siempre lo es en aquellos territorios que se
desenvuelven bajo la presión de grandes
empresas extranjeras, que muchas veces exportan
mercancías que no constituyen el excedente
del consumo interno, porque actúan de conformidad
con su propio interés y no con el del país
en que operan. En México hubo algunos ejemplos.
Y es que la teoría económica ha
sido elaborada en las naciones capitalistas, razón
por la cual no siempre sus principios se comprueban
en países de economía colonial o
semicolonial, sujetos a la influencia de grandes
potencias. Los economistas de naciones subdesarrolladas
no deben cometer el error de aplicar en su propio
país, sin previo y cuidadoso estudio, las
teorías elaboradas por los economistas
de Nueva York, Londres o París. No hacerlo
así, es decir, no analizar con profundidad
las teorías importadas sin cavar con hondura
en la realidad doméstica puede ocasionar
males irreparables. Es partidario de que se realice
una reforma arancelaria, bajando los impuestos
hasta hacer imposible el contrabando. No es partidario
del libre cambio sino de un proteccionismo moderado.
Piensa que el arancel debe permitir el establecimiento
de nuevas industrias y el desarrollo de las existentes
para estimular la inversión del capital
extranjero, que pensaba vendría a México
en torrente benéfico y fecundo. Al tratar
de la moneda dice que debe llenar cuatro funciones
principales: servir como medio de cambio, ser
una medida común del valor, regular todos
los demás valores y al mismo tiempo ser
el elemento para conservarlos.
Jesús Silva Herzog
Semblanzas de Académicos. Ediciones del
Centenario de la Academia Mexicana. México,
1975, 313 pp.
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