Nació
en México, D.F., el 10 de agosto de
1876; falleció en México, D.F.,
el 18 de febrero de 1951.Ingresó en
la Academia el 22 de mayo de 1920 como numerario;
silla que ocupó: II (3º). |
Salvador
Cordero Buenrostro. Nació el 10 de agosto
de 1876, en la capital de la República,
y en ella hizo los estudios primarios y los de
preparatoria, para seguir la carrera de Leyes,
que inició en Jurisprudencia. La cortó
para dedicarse a la enseñanza y a las letras.
Catedrático, por oposición, de lengua
y literatura españolas en la Escuela Nacional
Preparatoria, dio también clases en el
Colegio Militar y en la Escuela de Artes y Oficios
para varones. Fue, sucesivamente, Secretario
del Museo Nacional de Arqueología; bibliotecario
de la Secretaría de Relaciones Exteriores
y jefe del departamento editorial de la casa Bouret,
con el carácter de censor de la misma editora.
Presidió los ayuntamientos de Tlalpan y
Mixcoac, en el Distrito Federal, y las experiencias
en ambos puestos le dieron temas y personajes
para sus obras narrativas.
La Academia Mexicana lo designó miembro
Correspondiente el 11 de septiembre de 1918 e
individuo de Número el 23 de octubre siguiente.
A su discurso de ingreso, que versó acerca
de la "Importancia práctica de la
lectura y de la recitación en la enseñanza
del idioma nacional" y que pronunció
en mayo de 1920, dio respuesta don José
López Portillo y Rojas. Ocupó en
la Academia la silla II, que había dejado
vacante, al fallecer, el poeta Joaquín
Arcadio Pagaza. En la Academia leyó también
su trabajo "Una nota cervantina en el alma
señera de Cervantes".
Salvador Cordero había escrito poesías,
que no llegó a reunir en volumen, en sus
años estudiantiles. Cultivó la prosa
castizamente, en novelas y cuadros costumbristas,
desde el año de 1913; primero, al trazar
las supuestas "impresiones personales"
de un juez pueblerino, a las cuales siguieron
siete relatos de ambiente lugareño, que
publicó juntamente con aquella obra.
Completó esa labor con la serie de
semblanzas pueblerinas que se imprimió
cuatro años después. Prologó
éstas don Luis González Obregón,
cronista de la ciudad de México, quien
lo elogió por hallar en sus “composiciones
personalidad propia”.
En su tercer libro, que dio a conocer transcurridos
otros cuatro años, volvió a tomar
el rumbo que había seguido antes, al vaciar
en él algunas de las experiencias vividas
como presidente municipal y describir a un imaginario
alcalde y a varios de los vecinos del pueblo que
gobernaba.
Antes de escribir esta obra, comenzó a
colaborar en un diario matutino, con artículos
sobre asuntos gramaticales, artículos que
forman su volumen acerca de “barbarismos,
galicismos y solecismos”, en el que incluyó
también “modismos, refranes y provincialismos”.
Su interés por la paremiología se
advierte, además, en el libro de lectura
que apareció en 1920, en el cual cada capítulo
lleva al frente un proverbio.
Como profesor de lengua española, siguió
la evolución de la literatura mexicana
a lo largo de la lucha por la independencia, en
el estudio al cual dio lectura en la Biblioteca
Nacional, antes de publicarlo, en 1920.
Al morir, el 18 de febrero de 1951, preparaba
una “gramática ecléctica”.
Obras: Memorias de un juez de paz, 1910. Semblanzas
lugareñas, 1917. Barbarismos, galicismos
y solecismos de uso más frecuente, 1918.
La literatura durante la guerra de Independencia,
1920. Memorias de un alcalde, 1921.
Francisco Monterde
Semblanzas de Académicos. Ediciones del
Centenario de la Academia Mexicana. México,
1975, 313 pp.
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