Nació
en Tlaquiltenango, Morelos, en el año
de 1900,
líder agrarista y guerrillero zapatista,
murió asesinado junto con su esposa
y tres hijos en mayo de 1962 en Xochicalco,
Mor. |
Rubén
Jaramillo: el muerto incómodo
Tanalís Padilla
(La Jornada sábado 19 de mayo de 2007)
Hace 45 años, el 23 de mayo, elementos
del Ejército rodearon la casa de Rubén
Jaramillo en Tlaquiltenango, Morelos. Secuestraron
al líder agrario, a su mujer Epifania Zúñiga
y a sus tres hijos Enrique, Filemón y Ricardo.
Unas horas más tarde sus cuerpos fueron
hallados en Xochicalco. Mientras que la represión
en el campo no era nada nuevo, este operativo,
llevado a cabo en pleno día, contra una
familia entera, para acribillar a un líder
campesino que tres años antes había
sido amnistiado, causó un fuerte impacto.
Tanto así, que la historia de su muerte
ha sido más recordada que el movimiento
que encabezó; una lucha que duró
casi dos décadas y media y representa un
vínculo esencial entra la lucha agraria
de la Revolución y las movilizaciones campesinas
que marcaron el siglo XX.
Su origen en la tierra de Zapata, su trayectoria
que incluyó la defensa de ejidatarios y
pequeños productores, movilizaciones electorales,
lucha guerrillera y tomas de tierra, hacen del
jaramillismo y de su líder un ejemplo de
las diversas modalidades de resistencia campesina.
Veterano zapatista, pastor metodista, partidario
de Lázaro Cárdenas, dos veces candidato
a gobernador de Morelos, miembro del Partido Comunista
y guerrillero, la figura de Jaramillo es difícil
de clasificar. Sin embargo, aparece una constante:
la habilidad de Jaramillo para dar expresión
a la dignidad campesina por medio de distintas
corrientes ideológicas. Como tal, el líder
agrario encarnó la diversidad de procesos
sociales que vive el campo.
La lucha jaramillista empieza en 1942, a raíz
de una huelga en el ingenio azucarero de Zacatepec
donde obreros y campesino se unieron para exigir
respeto a sus derechos. Jaramillo, uno de los
principales líderes de la huelga, fue perseguido
por los pistoleros del gerente. Decidió,
junto con decenas de campesinos, que era el momento
de retomar las armas enterradas desde la Revolución.
Jaramillo da inicio así al primero de tres
levantamientos armados, acciones que revelan la
vigencia del legado zapatista.
Aunque recurrir a las armas fue una medida de
autodefensa, los jaramillistas presentaron una
visión programática. Enumerada en
su Plan de Cerro Prieto, este documento contextualiza
las injusticias locales dentro de un marco que
condenaba tanto el capitalismo como el imperialismo.
Este plan es el primer indicio de un proceso de
radicalización que se daría a través
de sus años de lucha; una radicalización
que iba tomando forma cada vez que la represión
se recrudecía. Este primer levantamiento
terminó en 1945 cuando el presidente Manuel
Avila Camacho concede una amnistía a Jaramillo.
Los jaramillistas forman entonces el Partido Agrario
Obrero Morelense (PAOM), que en 1946 postula a
Jaramillo para gobernador de Morelos. En su campaña,
los jaramillistas reclaman un retorno a las reformas
cardenistas, sobre todo las que podrían
hacer viable la vida campesina. El PAOM logra
grandes movilizaciones, pero con el fraude y una
buena dosis de represión, el partido oficial
impone su candidato.
Para 1951 se abre nuevamente un espacio que permite
a los jaramillistas participar en la lucha electoral.
Esta vez, la movilización del PAOM coincide
con una escisión dentro del PRI en la cual
Miguel Henríquez Guzmán se lanza
contra el candidato oficial Adolfo Ruiz Cortines.
Para una buena parte de la población y
especialmente en el campo, las elecciones de 1952
crearon la esperanza de rescatar las reformas
sociales que desde 1940 el gobierno venía
desmantelando. Jaramillo se lanza otra vez para
gobernador y las movilizaciones del PAOM crecen.
Crece también la represión y el
PRI se impone nuevamente.
Cerradas las posibilidades de restablecer el cardenismo,
los jaramillistas recurren una vez más
a la tradición zapatista. Armados, y de
nuevo en la clandestinidad, proclaman otra versión
del Plan de Cerro Prieto donde exponen con mayor
contundencia la traición que el PRI ha
hecho de la Revolución. Cercadas las vías
democráticas desde arriba, Jaramillo recurre
a la democracia desde abajo. Durante los siete
años que duraría esta clandestinidad,
recorre el campo morelense, orientando a los campesinos
que lo albergan y lo protegen. Insiste en que
hagan valer sus derechos. "Hacer pueblo",
lo llamaría más tarde Lucio Cabañas.
Al llegar al poder en 1958, Adolfo López
Mateos ofrece otra amnistía a Jaramillo
quien decide aprovechar el retorno a la vía
legal para ampliar su lucha. Al frente de 6 mil
campesinos, presenta una solicitud para colonizar
los llanos de Michapa y Guarín. Su proyecto
combinaba demandas típicamente agrarias
con planes de construir cooperativas para comercializar
los productos que allí se cultivarán.
Aunque los jaramillistas reciben inicialmente
la aprobación, el Departamento Agrario
pronto da marcha atrás, favoreciendo en
su lugar un proyecto empresarial. Ya empezadas
las obras de los jaramillistas, el Ejército
los despoja, reproduciendo así una conocida
dinámica: el gobierno insiste que los jaramillistas
se apeguen al proceso legal mientras responde
con el uso de fuerza ilegal.
Jaramillo considera volver a la clandestinidad,
esta vez no sólo como medida de autodefensa,
sino para asentar las bases de un levantamiento
popular. Es en este momento, en 1962, que Jaramillo
y su familia son asesinados, una temprana manifestación
de la guerra sucia que en los años 70 atentaría
contra aldeas enteras en Guerrero. Si bien su
asesinato se convertiría en un símbolo
de la suerte que corren los grupos que bajan la
guardia y confían en la palabra del gobierno,
Jaramillo deja también como legado una
fértil tradición de lucha. Su figura
continuó mostrándose tanto en los
grupos clandestinos de los 70 como en las luchas
campesinas de los 80 y acompañaría
a diversas movilizaciones del EZLN. Siguen así
apareciendo los muertos incómodos que el
Estado nunca ha logrado eliminar y que continúan
manifestándose con una diversidad de métodos
y creatividad de acciones.
Fuente:
La Jornada.
http://www.jornada.unam.mx/2007/05/19/index.php?section=opinion&article=016a2pol
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