Nació
en Mérida, Yuc., el 13 de octubre de
1884; falleció en México, D.F.,
el 15 de septiembre de 1957. Ingresó
en la Academia el 23 de mayo de 1951 como
numerario; silla que ocupó: III (4º). |
Antonio
Mediz Bolio nació en Mérida, Yucatán,
el 13 de octubre de 1884. Murió en la ciudad
de México, el 15 de septiembre de 1957.
Hizo la enseñanza primaria,
los estudios preparatorios y la carrera profesional
en Mérida. Se graduó de abogado
en 1907. Ejerció la profesión durante
algún tiempo. Mientras estudiaba, escribía.
Se interesó en política
y fue partidario de Madero. A la caída
del régimen maderista, emigró a
Cuba, donde casó. Volvió a Yucatán
y, tras del desempeño de algunas comisiones
en la administración local, fue electo
diputado al Congreso de la Unión ?1928
a 1930?.
Ingresó en la diplomacia
desde 1919. Desempeño diversos cargos y
comisiones, hasta llegar a embajador. Estuvo adscrito
a la Legación de México en España,
al lado de Alfonso Reyes, que prologa su libro
más famoso. Luego, desempeño misiones
diplomáticas en Colombia, Argentina, Costa
Rica y Nicaragua.
El conocimiento de otros países,
de otros hombres y de otras literaturas, le agrandaron
el mundo, a la vez que acendraron su amor a la
tierra propia y a los valores de la cultura nacional,
la indígena de Yucatán, en primer
lugar. No era indio Antonio Mediz Bolio, pero
hablaba la lengua maya. Amaba y conocía
la cultura, la literatura oral y escrita de los
indios, y sus mejores obras tienen esa raíz
y esa inspiración.
Durante su estancia en Madrid,
escribió el libro que lo consagra: una
reconstrucción de los mitos, leyendas y
fábulas del antiguo Yucatán; un
viaje al espíritu indio, que lo muestra
viejo y nuevo. Alfonso Reyes cita, en el prólogo
a La tierra del faisán y del venado, unas
palabras de Mediz Bolio, que lo prueban: "He
pretendido hacer una estilización del espíritu
maya, del concepto que tienen todavía los
indios -filtrado desde millares de años-
de sus orígenes, de su grandeza pasada,
de la vida, de la divinidad, de la naturaleza,
de la guerra, del amor, todo dicho con la mayor
aproximación posible al genio de su idioma
y al estado de su ánimo en el presente.”
Él fue el primero en nuestro siglo en tratar
las supervivencias culturales indígenas,
despojadas de todo pintoresquismo, de lo meramente
arqueológico y folclórico, y sólo
atender a lo que tienen de permanente y útil
para la comprensión del alma humana, en
cualquier tiempo y lugar. Por eso es un libro
precursor. Reyes, atento a esta circunstancia,
escribe en el prólogo: “Así
quisiera yo que, de cada rincón de la República,
nos llegara la voz regional, depurada y útil.”
Así ha sido: La tierra del faisán
y del venado tiene un eco en otras obras de parecida
raigambre. “Acaso sea también una
lección -ha escrito Ernesto Mejía
Sánchez- que en otras latitudes de América
se ha dado o se ha seguido. Lo importante, lo
decisivo es que se hizo camino al andar.”
Sus estudios, ensayos, versiones, prólogos
en favor a estas cuestiones, son justamente famosas.
Introducción al estudio de la lengua maya,
Interinfluencia del maya con el español
de Yucatán, y la traducción de El
libro de Chilam Balam de Chumayel, atestiguan
aquellos conocimientos; obras de rigor científico,
pero que no logran ocultar el gran literato que
fue Antonio Mediz Bolio. Ingresó como Académico
de Número el 27 de septiembre de 1946,
ocupando la silla número III que dejó
vacante don Antonio Caso. Murió siendo
Senador de la República. Poeta, prosista,
dramaturgo, periodista, ensayista. Publicó:
Evocaciones (1903); Alma bohemia (1905); Suerte
perra (1907); El derecho de huelga (1907); Vientos
de montaña (1908); Mirza (1910); Palabras
al viento (1916); La ola (1917); En medio del
camino (1919); La tierra del faisán y del
venado (1922); El libro de Chilam Balam de Chumayel
(1930); Introducción al estudio de la lengua
maya (1943); Interinfluencia de la lengua maya
con el español de Yucatán (1951);
Mi tierra es mía (1953); A la sombra de
mi ceiba (1956).
Andrés Henestrosa
Semblanzas de Académicos. Ediciones del
Centenario de la Academia Mexicana. México,
1975, pp. 170-172
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