Nació
en Tepic, Nay., el 27 de agosto de 1870; falleció
en Montevideo, Uruguay, el 24 de mayo de 1919.
Categoría: Correspondiente mexicano. |
Amado
Nervo. En la pequeña ciudad de Tepic nació,
el 27 de agosto de 1870, primogénito de
don Amado Nervo y doña Juana Ordaz. Terminados
sus estudios primarios, pasó en 1884 a
un colegio de Jacona, en Michoacán, y luego
al Seminario Conciliar de Zamora, donde estudió
cinco años. En 1891 va a Mazatlán,
donde comienza a escribir, asiduamente, en el
periódico local El Correo de la Tarde.
Necesitando sostener a su madre y a cinco hermanos
(su padre había muerto años antes),
decide radicarse en México, donde trabaja
en pequeños negocios de comercio mientras
empieza a conocer a gente del periodismo y las
letras; en este medio empieza a ser conocido,
en 1895, por su oración fúnebre
a la muerte de Gutiérrez Nájera
y la publicación de su novela El bachiller.
Colabora en diversos periódicos, publicando
poemas, cuentos, crónicas, semblanzas,
crítica de libros y de teatro. Tan ágil
periodista se muestra, que es enviado a París,
como corresponsal, con motivo de la Exposición
Universal de fin del siglo. Allá cultiva
gran amistad con Rubén Darío y otros
escritores del Modernismo. Regresa a México
en 1903, escribe en periódicos, publica
varios libros y da clases de Español, Historia
o Literatura en la Escuela Nacional Preparatoria
y otros colegios.
En 1905 ingresa al Servicio
Exterior de México, nombrado Segundo Secretario
adscrito a nuestra Legación en Madrid,
donde permanecerá largos años, salvo
algunos viajes en misiones especiales (París,
Londres) o vacaciones y permisos; desde 1909 es
Primer Secretario, pero en 1914 se abre un paréntesis
en su carrera a consecuencia de la revolución
en México. Nervo prosigue viviendo en Madrid,
de sus artículos y libros, declinando,
gentilmente, una ayuda pecuniaria que el Gobierno
español ha votado en favor suyo. Más
tarde se le repone en el escalafón y queda
como Encargado de Negocios ad interim poco tiempo.
En 1918 es llamado a México y nombrado
Ministro Plenipotenciario ante los Gobiernos de
las Repúblicas del Plata. Amado Nervo ha
publicado ya veinte libros, tiene un gran renombre
en todos los países de habla española,
está en el ápice de su gloria, pero
su salud es deficiente. Al pasar por Nueva York
dicta una o dos conferencias en Columbia University,
firma autógrafos y declaraciones. Se le
recibe con aclamaciones y manifestaciones públicas;
presenta credenciales en Buenos Aires y en Montevideo;
tiene que dar conferencias, entrevistas, etc.
En Montevideo enferma seriamente, se agrava y,
en su habitación del Parque Hotel, frente
a la Playa de Pocitos, muere en la mañana
del 24 de mayo de 1919.
Los honores tributados a Nervo,
en su muerte y exequias, parecen ahora increíbles:
ante el féretro, guardias diplomáticas,
oficiales, estudiantiles, populares, luego honores
militares y discursos innúmeros en el sepelio
y ofrendas florales y notas en la prensa de todas
partes; cién días después
el cadáver fue traído a México
en un crucero uruguayo, acompañado por
otro crucero argentino, a los que se unió
luego un barco de guerra cubano; el Uruguay obsequió
el sarcófago que está en la Rotonda
de los Hombres Ilustres, en México, donde
yace Nervo. Fue un gran acierto del Gobierno mexicano
la última designación diplomática
de Amado Nervo, en aquel momento, cuando una prensa
amarillista, alentada por intereses extranjeros,
hacía correr tinta exagerando los horrores
y tribulaciones de nuestro país, por la
revolución, presentando a sus dirigentes
de modo muy desfavorable, por todo lo cual era
muy conveniente desmentir esa negra propaganda,
enviando como representante no a un político
sino a un hombre limpio sin enemigos, poeta de
gran fama, escritor largamente conocido. El nombre
literario de Amado Nervo hizo, en favor de México,
lo que en ese momento no habría podido
hacer la mayor habilidad de otro diplomático.
Parece totalmente superfluo
insistir, aquí, en las cualidades de la
poesía de Amado Nervo, pues se mencionan
y constan en múltiples estudios que muy
competentes plumas han escrito sobre el propio
poeta y sobre el movimiento literario del Modernismo,
uno de cuyos más altos representantes y
cultivadores fue Nervo. Acaso menos estudiada
esté su prosa, tan diversa en sus varias
modalidades. Tampoco hay para qué repetir
los títulos de los treinta volúmenes
en que fue reunida, hace años, su vasta
producción literaria, a la que todavía
se pudieron añadir algunos nuevos hallazgos.
Afortunadamente ahora tenemos, y a ellas remitimos
al lector interesado, las Obras completas de Amado
Nervo, editadas por Aguilar, en Madrid (2 vols.,
la 1ª edición es de 1962), que llevan dos
magníficos estudios, uno respecto a la
prosa, por don Francisco González Guerrero,
y otro relativo a la poesía de Nervo, por
don Alfonso Méndez Plancarte.
Don Amado Nervo fue Miembro
Correspondiente de la Academia Mexicana, no pudo
serlo de Número por no haber estado residiendo
en la ciudad de México, como lo pide el
Estatuto, pues ya vimos que pasó su vida
sirviendo a México en el extranjero y,
con gloria, en todas partes, a las letras mexicanas.
José Rojas Garcidueñas
Semblanzas de Académicos. Ediciones del
Centenario de la Academia Mexicana. México,
1975, 313 pp.
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