Nació
en México, D.F., el 30 de julio de
1904; falleció en México, D.F.,
el 13 de enero de 1974. Ingresó en
la Academia el 12 de junio de 1953 como numerario;
silla que ocupó: XXXII (1º). |
Salvador
Novo nació en la ciudad de México,
el 30 de julio de 1904. De los seis a los doce
años pasó en Torreón la tormenta
revolucionaria y comenzó a escribir versos.
De nuevo en la capital, cursó la Preparatoria
e inició la carrera de Derecho, que abandonaría
por la profesión literaria. Desde 1920
colaboró en revistas literarias y en 1924
fue uno de los redactores de las Lecturas clásicas
para niños. En 1927-28 dirigió,
con Xavier Villaurrutia, la revista Ulises, que
iniciaba en México la modernidad literaria,
y luego escribió en la revista Contemporáneos,
que daría nombre al grupo de vanguardia
a que perteneció. Posteriormente, se dedicó
al periodismo, en el que, con agilidad y talento,
crearía estilos y recursos. De 1946 a 1952
dirigió las actividades teatrales en el
Instituto Nacional de Bellas Artes, y durante
muchos años se ocupó de actividades
escénicas como autor, director, traductor
y empresario. En 1952 ingresó en la Academia
Mexicana, y en 1967 recibió el Premio Nacional
de Letras. Fue Cronista de la Ciudad de México
y en ella murió el 13 de enero de 1974.
Hombre de agudeza singular,
dispuesto siempre a percibir en los otros aquellos
rasgos que muestren posibilidades de burla o de
diatriba, Salvador Novo no desaprovechaba ocasión
para probar las armas de su ingenio. Célebres
fueron sus sátiras -algunas desmedidas,
otras discretas- con que distribuyó abundantes
vejaciones entre sus contemporáneos. En
personalidades de significación artística,
política o científica solía
descubrir, o imaginar, defectos sumamente propicios
para desatender sus cualidades y, en cambio, evidenciar
lo que haría disminuir sus méritos.
Esa actitud, cultivada diestramente, se correspondía
con un humorismo que invadió casi la totalidad
de su trabajo, el cual abarcaba multitud de géneros:
poesía, teatro, periodismo, crítica,
publicidad, historia. En todos ellos se deslizaba
con frecuencia esa intención de buscar
el aspecto gracioso, cuando no el ridículo,
del mundo en que le tocó vivir.
Desde un principio, en sus Ensayos,
impresos el año de 1925, apareció
ese afán de procurarse trato con el buen
humor, aunque al mismo tiempo, como al descuido,
humedecía sus versos con emociones tan
íntimas, que hubiera deseado dejarlas perdurar
ocultas en la sombra. La verdad es que sentimiento
e inteligencia luchaban en su interior, y a menudo
salía triunfante el primero.
Influido por la poesía
norteamericana de vanguardia, Novo fue modelando
su propia manera de concebir el oficio. El miedo
tradicional a traer al verso hechos y objetos
cotidianos -acontecimientos sin importancia, juegos
infantiles, retratos familiares, compañeros
de escuela- desaparece en su libro Espejo, editado
en 1933, pleno de referencias a lo que se consideraba
antipoético. Sin embargo, esa tendencia
simple, llamada prosaica, no se halla sola, sino
que se armoniza con otros poemas en que la emoción
logra de nuevo la victoria:
Amar es ese tímido silencio
cerca de ti, sin que lo sepas,
y recordar tu voz cuando te marchas
y sentir el calor de tu saludo.
Esas formas de expresión
habrán de seguir constantes en sus libros
posteriores, si bien es cierto que el principal
de ellos, Nuevo amor, del mismo año que
Espejo, contiene las más intensas emociones
de que fue capaz Salvador Novo. "Cuanto pude
sentir y expresar confesó está dicho
y sentido en esos poemas". Pero ni en esas
páginas, dominadas por el sentimiento a
flor de labio, desapareció del todo la
actitud con que se había enfrentado desde
antes en la poesía.
Xavier Villaurrutia, su colega
en desvelos literarios, observó tempranamente
que el gusto por el juego fue en él un
modo de contrastar y acentuar el impulso lírico,
y que en sus mejores poemas "el humorismo
es sólo un medio y no un fin último".
A este respecto, el mismo crítico había
anotado con anterioridad: "Es el poeta que
sustantiva las sugestiones más fugaces
e inasibles. Y no es que sea más inteligente,
que sagaz y emotivo. Sucede, sí, que en
sus poesías la nota sensible está
detrás de las observaciones, de las imágenes".
El rumor de la superficie procuraba disimular
el "viento derrotado" que era su corazón.
Pero "ni el humorismo y la ironía
-afirma Frank Dauster-, que a veces se transforma
en sarcasmo, lo despojan de un tono íntimo
que se detiene antes de llegar al confesionario,
pero no antes de dejar ver la profunda desolación
del poeta". Bajo el velo agitado del humorismo,
escondía una sensibilidad que naufragaba
en la zozobra, temeroso de aparecer ante los demás
como quien descubre su juego y pierde de pronto
el pudor de sus sentimientos. Novo mismo acabó
por confesarlo al explicar sus poemas escritos
en la adolescencia: "Encuentro, entre los
ecos que les dan voz, las simientes de lo que
más tarde germinaría en la mía:
la circunstancia, el humorismo y la desolación".
Alí Chumacero
Semblanzas de Académicos. Ediciones del
Centenario de la Academia Mexicana. México,
1975, 313 pp.
Voz viva del autor
Es posible escuchar
un breve fragmento del poema: Amor (publicado
en Espejo). en la voz de Salvador Novo, y controlar
la reproducción de la grabación
con el panel adjunto.
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