Nació
en México, D.F., el 8 de junio de 1816;
falleció en México, D.F., el
27 de enero de 1881. Ingresó en la
Academia el 11 de septiembre de 1875 como
numerario; silla que ocupó: XIII (1º). |
Manuel
Orozco y Berra. El siglo diecinueve mexicano,
dramático y por tanto crítico, produjo
notables historiadores. Uno de ellos fue Manuel
Orozco y Berra, polifacético y fecundo
escritor, cuya obra es ampliamente apreciada.
Sus inquietudes enciclopedistas, sus variadas
ocupaciones, su vida angustiada por las conmociones
políticas, la inseguridad y la pobreza,
se reflejaron en su producción diversa
y de diferente valor. Sólo cuando se penetra
en la circunstancia particular de éste
como de otros intelectuales mexicanos se puede
aquilatar el mérito de sus trabajos.
Oriundo de la ciudad de México,
en donde vio la luz el 8 de junio de 1816, falleció
en esta misma ciudad el 27 de enero de 1881. Estudió
en México en el Colegio de Minería,
habiéndose graduado de ingeniero agrimensor.
Sus estudios en esta rama de las ciencias organizaron
su mente y le posibilitaron para realizar trabajos
posteriores de gran valor. En Puebla estudió
leyes y obtuvo título de abogado en 1847.
Ahí cultivose y enseñó tanto
las matemáticas como las humanidades, por
las que mostró gran inclinación.
Su labor literaria la inició
en 1844, con un discurso alusivo a la Independencia
y con diversos artículos político-literarios
en varios periódicos. Apoyado por José
Fernando Ramírez, quien le auxilió
como maestro y amigo, ocupó y desempeñó
con eficacia y honestidad algunos empleos e inició
sus labores históricas, entre otras la
transcripción paleográfica de la
Actas del Cabildo de México. En este tiempo
conoció documentos muy importantes, que
transcribiría y publicaría en cuatro
colecciones que preparó.
Liberal distinguido, ocupó
durante la administración de Juárez
el puesto de Ministro de la Suprema Corte en sustitución
de Ignacio Mariscal. Durante el gobierno de Maximiliano,
al igual que otros connotados liberales, colaboró
con él, ocupado en trabajos científicos
en bien de México.
De su vasta producción
entresacamos algunas menciones: Materiales para
una cartografía mexicana; Memoria para
la carta hidrográfica del Valle de México
y la Historia de la geografía en México,
reveladoras del aspecto científico de su
labor. Notable trabajo es también su obra
de rigorización etnográfica y lingüística:
Geografía de las lenguas y carta etnográfica
de México, así como su laboriosa
compilación Conquistadores de México
y sus Estudios y Cronología mexicana.
Ocupado con sus cátedras, misiones oficiales
que se le confiaban y que cumplía con gran
celo, y empleos bien desempeñados que le
permitían sostener abundante familia, Orozco
y Berra pudo con gran laboriosidad, amplios conocimientos,
recto y sano juicio y estilo terso y ameno, redactar
numerosos estudios entre los que sobresalen por
su importancia y extensión, la Historia
antigua y de la conquista de México y la
Historia de la dominación española
en México. La primera de ellas es tal vez
su obra principal y la que ha servido con posterioridad
como base a todos los historiadores. Si la parte
relativa a la historia precolombina ya ha sido
notablemente ampliada gracias a numerosos trabajos
históricos y arqueológicos recientemente
realizados, sus directrices generales, su visión
clara, penetrante; sus juicios en torno a los
pueblos precolombinos, sus instituciones y valores,
son permanentes y lúcidos. Con gran ecuanimidad
juzga la obra conquistadora y los resultados de
la misma, y el análisis que realiza en
torno al mundo prehispánico y a los aportes
europeos es de extraordinaria validez y penetración.
No obstante su valor, la Historia de la dominación
española en México, por la forma
de anales que le otorgó y por la premura
con que la redactó, es menos importante.
Orozco y Berra, como Ramírez, fue uno de
los primeros historiadores mexicanos que realizó
extraordinario acopio de fuentes a las que sometió
a riguroso análisis. Ellos, junto con García
Icazbalceta, iniciaron la historiografía
científica en México. De alto valor
literario toda su producción, plena de
reflexión viva, inteligente y honesta,
la obra histórica de Manuel Orozco y Berra
queda como muestra de su claro talento, su vasto
saber y su fidelidad en el trabajo, y representa
base ceñera de la historiografía
mexicana.
Ernesto de la Torre Villar
Semblanzas de Académicos. Ediciones del
Centenario de la Academia Mexicana. México,
1975, 313 pp.
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