Nació en México, D.F., el 23
de diciembre de 1837; falleció en Zacatecas,
Zac., el 21 de mayo de 1906. Ingresó
en la Academia el 11 de septiembre de 1875
como numerario; silla que ocupó: XI
(1º). Cargo: Secretario (2º): 1883-1906. |
Rafael
Ángel de la Peña. Nació en
la ciudad de México el 23 de diciembre
de 1837. Las primeras letras las recibió
de su hermano mayor, y su padre le dio lecciones
de Historia, Geografía y Francés.
A los quince años ingresó en el
Seminario Conciliar, donde cursó con brillantez
sus estudios. Siendo ya pasante de Teología,
estudió Derecho civil y canónico.
El joven De la Peña obtuvo las calificaciones
más altas, premios especiales, y ganó
por oposición la beca de honor en Teología
y poco después, también por oposición,
la cátedra de Filosofía. Desde aquellos
años escolares cultivó el estudio
de la lengua latina y su literatura, que lo llevaría
a las especialidades en que tanto sobresalió:
los estudios literarios, gramaticales y filológicos.
Por algún tiempo, se interesó por
las matemáticas, y ya hombre maduro, emprendió
solo el estudio del griego. Toda esta formación
encontraría su cauce natural en la enseñanza
y en los escritos didácticos.
Después de las clases
de Filosofía y de Teología que dio
en el Seminario, fue maestro de Latín y
de Literatura en el Colegio de San Juan de Letrán
y, al organizarse la Escuela Nacional Preparatoria
en 1868, fue maestro de Lógica y más
tarde de Matemáticas y de Gramática
de la lengua española, que enseñaría
a varias generaciones.
Desde su fundación, en
septiembre de 1875, la Academia Mexicana lo nombró
miembro de número para ocupar la silla
XI y, desde 1883, secretario perpetuo. La Academia,
tanto como la cátedra, serían uno
de los hogares intelectuales predilectos del sabio
De la Peña. La parte substancial de sus
estudios gramaticales se publicó, en efecto,
en los primeros tomos de las Memorias de la institución,
y sus luces fueron muy apreciadas en las múltiples
remisiones de vocablos nuevos o corregidos enviados
en su tiempo a la Academia de Madrid.
En sus últimos años,
refiere Joaquín D. Casasús, "temió
que se modificaran los métodos que con
inmenso apego había seguido para el estudio
de la lengua nacional". Sin embargo, nada
turbó sus enseñanzas ni el respeto
que rodeó la austeridad y el decoro de
su vida. El 21 de abril de 1897 fue designado
Cónsul General de Colombia en México,
con carácter honorario sin duda. Al morir,
el 21 de mayo de 1906, era senador por Zacatecas
y decano de los profesores de la Escuela Nacional
Preparatoria. Su muerte fue muy sentida. Manuel
José Othón recitó sobre su
tumba "aquellos tercetos ardientes que son
nuestros Funerales del gramático",
en expresión de Alfonso Reyes. Ya en 1878,
el periódico La Libertad decía de
él que era conocido "por la honrada
templanza de sus sentimientos, por la sinceridad
de sus convicciones católicas y por la
pureza inmaculada de su dicción",
y en la nota necrológica que dedicó
El Imparcial a "este queridísimo y
respetado maestro de tres generaciones de preparatorianos",
se destacaban sus excepcionales virtudes: "Probidad
rayana en quijotismo, exquisita caballerosidad,
clara inteligencia, bondad y afabilidad."
La obra escrita de Rafael Ángel
de la Peña es principalmente la de un gramático
y un filólogo y, en segundo lugar, la de
un crítico literario. Victoriano Agüeros
da noticia de algunos escritos latinos y castellanos,
inéditos, sobre temas religiosos, compuestos
por De la Peña en sus años de Seminario.
Su primer trabajo publicado es de 1867, el Apéndice
a la sintaxis latina, adoptado como libro de texto.
Pero su primer estudio importante en el campo
de la gramática y la filología castellanas
es su espléndido discurso de recepción
en la Academia, Sobre los elementos variables
y constantes del idioma español (1876;
y Memorias de la Academia Mexicana, 1876, t. I),
que es una apología de nuestra lengua,
de su movilidad y de su preservación. A
partir de este discurso, periódicamente
irá publicando, hasta los últimos
años del siglo, sus estudios gramaticales,
que aparecerán por lo general en las Memorias
de la Academia además de en folletos separados:
"Segundo discurso sobre el significado de
los modos adverbiales a priori y a posteriori"
(MAM, 1876, t. I), Estudio sobre los oficios lógicos
y gramaticales del artículo (1881; y MAM,
1882, t. II); "Estudio sobre los oficios
lógicos y gramaticales del verbo"
(MAM, 1882, t. II); "Breve noticia acerca
del origen y uso de algunos tratamientos"
(MAM, 1883, t. II); Estudio filológico
y fonológico de algunas letras (1884; y
MAM, 1884, t. II); "Disertación sobre
la definición de gramática"
(MAM, 1886, t. III); Tratado del gerundio (1889,
y MAM, 1889, t. III); "Estudio de los relativos..."
(MAM, 1891, t. III); Juicio sobre el tratado de
ortología del señor José
M. Marroqui; "Cartas sobre puntos gramaticales
por D. Rufino José Cuervo y D. Rafael Ángel
de la Peña" (MAM, 1895, t. IV), y
en fin, la Gramática teórica y práctica
de la lengua castellana (Herrero Hnos., México,
1ª ed., 1898), que, junto con su Compendio fueron
los textos en que aprendieron el uso de nuestra
lengua múltiples generaciones.
El Tratado del gerundio se tiene
por la indagación más clara y la
que examina más giros y significaciones
en cuestión tan difícil, y la Gramática,
según Menéndez y Pelayo, es “una
de las mejores que tenemos y quizá no se
ha publicado otra igual después de la de
Bello y de las adiciones que hizo Cuervo”.
Por el conjunto de estos estudios, Rafael Ángel
de la Peña es considerado el más
distinguido de los gramáticos y filólogos
mexicanos y sus luces son honra de la Academia
Mexicana.
De la Peña escribió también
algunos estudios literarios notables, como los
dedicados a la Angelina de Rafael Delgado, a los
Murmurios de la selva de Joaquín Arcadio
Pagaza, al poema “El beato Calasanz”
de Justo Sierra, a El bachiller de Amado Nervo
y a la biografía de Zumárraga de
Joaquín García Icazbalceta. La mayor
parte de estos juicios críticos más
algunos discursos y estudios gramaticales se reunieron
en el volumen llamado Obras (Imprenta de V. Agüeros,
editor, México, 1900, Biblioteca de Autores
Mexicanos, vol. 30).
José Luis Martínez
Semblanzas de Académicos. Ediciones del
Centenario de la Academia Mexicana. México,
1975, 313 pp.
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