Nació en Jalapa, Ver., el 3 de septiembre
de 1827; falleció en México,
D.F., el 21 de septiembre de 1908. Ingresó
en la Academia el 11 de septiembre de 1875
como numerario; silla que ocupó: X
(1º). Cargo: Tesorero (1º): 1875-1908. |
José
María Roa Bárcena
Don José María Roa Bárcena
nació en Jalapa el 3 de septiembre de 1827.
Se trasladó a México en 1853. Tiempos
aquellos de enconadas luchas políticas,
se afilió al partido conservador, del cual
fue insigne adalid y defensor en la prensa conservadora,
partidario del Imperio y miembro de la Junta de
Notables que fue a ofrecer la corona a Maximiliano.
Pero después, inconforme con la actuación
de éste, inspirada en las ideas del liberalismo,
se negó a colaborar en su administración.
A la caída del efímero
Imperio, sufrió dos años de prisión,
no obstante que la misma prensa liberal, reconociendo
la honradez de sus convicciones políticas,
abogó por él. Después de
haber recobrado su libertad se retiró definitivamente
a la vida privada, dedicándose al comercio
y al cultivo de sus aficiones literarias.
Fue historiador distinguido,
novelista, crítico, periodista y poeta.
Su larga vida terminó el 21 de septiembre
de 1908. Dejó vasta producción
en verso, de poesía líricas, leyendas
y versiones. Cultivado artista, presenta una obra
armoniosa en su conjunto formal, aunque las alas
de su inspiración son modestas y de corto
vuelo.
La forma de su poesía
original sigue casi siempre la técnica
tradicional académica. Pero sus motivos
y manera de tratarlos aparecen preponderantemente
románticos, tanto en su lírica como
en sus leyendas; sin excluir, por supuesto, cierto
espíritu academista. En sus leyendas se
proyectan las sombras tutelares del Duque de Rivas
y Zorrilla. Sigue la senda de don José
Joaquín Pesado tocante a los temas de color
local, pero situándose más claramente
en la línea romántica.
Es manifiesta su simpatía
hacia los artistas de esta escuela: traduce a
Byron, Schiller y Tennyson. "Pocas veces
se ha visto Byron en castellano tan bien interpretado,
y quizá nunca mejor", dice Menéndez
y Pelayo, refiriéndose a la versión
de Mazzepa. Gustó mucho de Schiller, de
quien hizo varias versiones, y asimiló
de él ese tono de balada que suena frecuentemente
en su poesía, imprimiéndole un suave
y atractivo claroscuro, sin profundidades, pero
con delicadeza y elegante sencillez; cualidades
éstas que maduran su mejor fruto en el
romance “Epitafio”, limpio y oloroso
a fresca poesía. Sus leyendas, estimables,
no alcanzan la altura de sus modelos. Novelas
en verso con fugaces luces de belleza descriptiva,
es débil su movimiento dramático.
Eso no obstante, la distinción y tono digno
lo liberan de caer en extremos prosaicos, tan
frecuentes en sus contemporáneos. Siguiendo
a Pesado, se advierte en sus leyendas el colorido
local americano. Es de notarse la fuerza de voluntad
y disciplina mental de Roa Bárcena quien,
a los sesenta años de edad se dio al estudio
del latín, y lo aprendió tan bien
que hizo buenas versiones de Virgilio, Esopo y
Horacio. “Hombre de tan buen gusto -palabras
de Menéndez y Pelayo- como D. José
María Bárcena” no podía
dejar de sentir la belleza de la antigüedad
clásica. Su obra poética comprende:
Diana, poema, Poesías líricas, Leyendas
mexicanas, Cuentos y baladas del norte de Europa
y algunos otros ensayos poéticos, Últimas
poesías y Acopio de sonetos castellanos,
antología. Es también abundante
su producción en prosa. Narraciones novelescas
bajo el título de Novelas: “Lanchitas”,
“El rey y el bufón” y “Combates
en el aire”. Dejó dos excelentes
biografías de Gorostiza y de Pesado. Y,
fnalmente, como historiador escribió un
Catecismo de historia de México y Recuerdos
de la invasión norte-americana, magnífica
crónica por su solidez, método y
estilo.
Octaviano Valdés
Semblanzas de Académicos. Ediciones del
Centenario de la Academia Mexicana. México,
1975, 313 pp.
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