Nació
en Cacaos, Tab., el 10 de septiembre de 1886;
falleció en Veracruz, Ver., el 1 de
marzo de 1963. Ingresó en la Academia
el 2 de abril de 1954 como numerario; silla
que ocupó: XXIII (1º). |
Francisco
Javier Santamaría
Hizo sus estudios primarios
en Macuspana y los superiores en Villahermosa,
entonces San Juan Bautista. Múltiples fueron
sus capacidades y numerosas sus inquietudes y
curiosidades. Fue poeta, pedagogo, ensayista,
periodista, abogado, jurisconsulto, político.
Su máxima fama radica en su condición
de filólogo, lingüista, lexicógrafo.
Se graduó de maestro normalista en el Instituto
Juárez de Tabasco, donde fue catedrático
de Matemáticas, Geografía y Español.
En la ciudad de México continuó
el ejercicio del magisterio, y obtuvo el título
de abogado, ejerció su profesión
y fue juez, habiendo participado en célebres
procesos y sonados jurados populares, en los que
lo apodaban el "juez lince".
Sus dos obras más famosas
son el Diccionario general de americanismos y
el Diccionario de mejicanismos, en cuya factura
dedicó largos y penosos años de
trabajo. Bajo la inspiración del insigne
García Icazbalceta, se inició Santamaría
en el campo lexicográfico, y a él
dedicó sus últimas investigaciones,
que -ofrecidas como primicia a la Academia el
2 de abril de 1954, a su ingreso como Miembro
de Número- más tarde aparecieron,
salvo leves retoques, al frente y en el fondo
de la edición completa del Diccionario
de mejicanismos, que el gran don Joaquín
había dejado trunca. Cerca de medio siglo
duró su ímproba y tenaz, soledosa
y callada labor, que fue de menos a más,
es decir, de la provincia a la nación y
de ésta al continente, como él mismo
lo refiere: "Habíamos acabado i publicado
el primer tomo de nuestros Provincialismos tabasqueños,
cuando hubimos de concebir el propósito
de ensanchar i enriquecer nuestra recolección
de espigas hasta dar cima al Diccionario de mejicanismos;
completado el caudal lexicológico de éste,
nos hicimos a la mar en 'nuestra frágil
barquilla', que dijera el poeta, i acometimos
la empresa agobiadora del Diccionario de americanismos
que los manes sagrados de Cuervo i Bello, de Icazbalceta
mismo, nos permitieron ver concluido i publicado
al cabo de más de 30 años de trabajo".
Todavía a un paso de su muerte leyó
en la Academia la Introducción al Diccionario
de mejicanismos, a la vez que hizo cuentas de
lo mucho que traía entre manos: las Monografías
de Tabasco , el Atlas jeográfico del propio
Estado, las 1,500 papeletas de bibliografía
lingüística y la segunda edición
del magno Diccionario de americanismos. Esos empeños
sin agobio, ejemplo para nuestros pueblos, más
prontos a confiar y a alabar el chispazo de la
inspiración que a practicar y reconocer
la tarea afanosa y persistente del estudioso;
eso, aparte la calidad intrínseca de sus
obras, constituye la máxima lección
de Francisco J. Santamaría. Ejerció
largamente el periodismo; algunos de sus libros
se integran con artículos publicados en
periódicos. Durante su gestión como
gobernador de Tabasco (1947-1953) impulsó
las letras editando y reeditando hasta cerca de
un centenar de títulos: “Ése
fue el dinero mejor gastado durante mi administración”,
solía decir Santamaría. Político
y escritor de oposición, más de
una vez puso en peligro su vida. Amigo y partidario
del general Francisco R. Serrano, candidato a
la presidencia de la República, lo acompañó
en el capítulo final de la aventura, siendo
el único que salvó la vida en la
matanza de Huitzilac. Para la composición
de sus dos máximas obras, que son culminación
de varios libros previos. Santamaría tuvo
que leer una biblioteca: la que se integra con
los autores de más clara estirpe americana
y mexicana, desde los primeros tiempos hasta nuestros
días. Con eso queda dicho que era un escritor
enteradísimo. Buen americano no desconocía,
y amaba, la literatura española, señaladamente
la de los Siglos de Oro. Un mexicano universal,
eso fue Francisco J. Santamaría. Publicó:
El artículo 91. Tesis presentada al sustentar
el examen profesional de Abogacía, 1912;
El periodismo tabasqueño, 1920; Americanismos
y barbarismos, 1921; Glosa lexicográfica,
1926; Bibliografía de Tabasco, 1930; Las
ruinas occidentales del viejo imperio maya. Notas
de una excursión, 1933; La poesía
tabasqueña, 1940; Ensayo de crítica
del lenguaje, 1941; El movimiento cultural de
Tabasco, 1946; Diccionario general de americanismos,
1942; Documentos históricos de Tabasco,
2 tomos, 1950-1951; Diccionario de mejicanismos,
1959 (2a ed., 1974); Domingos académicos,
1959.
Andrés Henestrosa
Semblanzas de Académicos. Ediciones del
Centenario de la Academia Mexicana. México,
1975, 313 pp.
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